La llama olímpica, llevada por el triple campeón olímpico de vela británico Ben Ainslie como honorífico primer relevista, inició este sábado su recorrido final por Gran Bretaña e Irlanda antes de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, que comienzan el 27 de julio.
Ben Ainslie empuñó la antorcha olímpica hacia las 07H15 (06H15 GMT) en Land's End, promontorio de Cornualles y punto más meridional de Gran Bretaña, en presencia de centenares de espectadores.
Después de cumplir con el tramo previsto, Ainslie entregó la antorcha a la joven Anastassi Swallow, integrante del equipo de surf británico.
"Estoy muy orgulloso. Fue realmente emocionante, por todos los esfuerzos que se han hecho para traer los Juegos Olímpicos a Londres. Es algo muy importante para todos", expresó Ainslie, que logró el viernes su sexto título mundial y un día después se convirtió en el primer relevista de la antorcha olímpica en suelo británico.
La llama había llegado a Gran Bretaña el viernes, en un vuelo especial procedente de Atenas, antes de iniciar un recorrido que concluirá dentro de 70 días con el encendido del pebetero en la apertura de los Juegos Olímpicos de Londres-2012.
El fuego olímpico, que viajó en un farolillo fijado al asiento, llegó en un avión de color amarillo oro de la compañía British Airways bautizado 'Firefly' (luciérnaga) que aterrizó a las 19H26 locales (18H26 GMT) en la base aérea de la marina real de Culdrose, en Cornualles (suroeste de Inglaterra), donde fue recibido por el viceprimer ministro Nick Clegg.
Unas 8.000, personas de entre 12 a 100 años de edad, se sucederán para transportar la llama olímpica a lo largo de 12.875 km durante 70 días.
Los relevistas, en su mayoría anónimos, llevarán el fuego olímpico a pie, en silla de ruedas, en bicicleta, en moto, en barco e incluso en globo.
Cada uno de estos voluntarios vestidos de blanco transportará durante un promedio de 300 metros la antorcha triangular y con 8.000 perforaciones que pasará por más de mil localidades, seis islas y algunos lugares simbólicos como el monumento prehistórico de Stonehenge o el lago Ness en Escocia.
En la última semana recorrerá las calles de Londres y en la noche del 27 de julio entrará en el estadio olímpico en manos de un relevista cuyo nombre se mantendrá en secreto hasta el último momento al igual que la identidad del atleta que encenderá el pebetero, que arderá hasta la clausura el 12 de agosto.
La llama fue encendida el 10 de mayo en las ruinas de Olimpia, donde se celebraban los Juegos de la Antigüedad, en presencia del presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), el belga Jacques Rogge.
Tras un viaje de una semana por Grecia, donde en medio de la crisis económica y política ocupó un discreto segundo plano, fue entregada oficialmente a los organizadores de Londres en una ceremonia que se celebró el jueves bajo la lluvia en el viejo estadio olímpico de Atenas, donde tuvieron lugar en 1896 los primeros Juegos de la era moderna.
En esta ocasión, sin embargo, el fuego viajó directamente al Reino Unido porque el Comité Olímpico Internacional (COI) decidió eliminar en esta edición la gira mundial de la antorcha para evitar las protestas que se registraron antes de los Juegos de Pekín hace cuatro años.
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